Digna del Carmen era una adolescente de la etnia Maya-Chorti de la comunidad de Copán Ruinas en Honduras.
Tenía 14 años, era soltera y no se animaba a contarles a sus padres que estaba embarazada. A las 12 semanas de gestación, se levantó una mañana con mucha fiebre y buscó atención médica, pero al llegar al centro de salud estaba cerrado. Tuvo que caminar cuatro horas más para que la trataran en otro centro, pero en éste, no había medicamentos ni insumos para atenderla. Falleció.
La realidad es que si Digna del Carmen hubiese pertenecido a una familia de recursos, sí habría tenido acceso a un centro de salud con medicamentos y personal suficiente para atender a las mujeres embarazadas; no habría perdido la vida. ¿Cómo es posible que las experiencias de las mujeres embarazadas varíen tanto, dependiendo de la comunidad, etnia o familia en que se nace – incluso dentro de un mismo país?
En 2011, la mortalidad infantil en las comunidades más pobres de Honduras era superior en hasta ocho puntos porcentuales al promedio nacional. El número de muertes maternas era cuatro veces mayor que el promedio nacional. Peor aún, una tercera parte de las fallecidas eran adolescentes, como Digna del Carmen.
Casi la mitad de los partos eran atendidos en las casas, incrementando el riesgo de la mamá y del bebé y, en los pocos casos en los que las embarazadas llegaban a dar a luz a un centro de salud, estos frecuentemente estaban desprovistos de insumos y personal calificado.
Con el fin de reducir las inequidades en salud, e incrementar la oferta, la calidad y el uso de los servicios de salud materno-infantil y nutrición, se inició a partir de junio de 2012 el programa de Salud Mesoamérica 2015 (SM2015) focalizado en 19 de los municipios más pobres de Honduras. SM2015 es una asociación público-privada entre la Fundación de Bill & Melinda Gates, la Fundación Carlos Slim, el Gobierno de España y el Banco Interamericano de Desarrollo que implementa un modelo de financiamiento basado en resultados para reducir la brechas de salud materno infantil.
Con este proyecto, se ha apoyado el cambio de modelo de gestión centralizado a un modelo de gestión descentralizada, firmando contratos con organizaciones locales que ahora son los responsables de administrar y prestar los servicios. También se ha cambiado el modelo de financiamiento: en lugar de transferirles recursos independientemente de las necesidades de la población, ahora se asignan recursos según el número de habitantes y los problemas de salud que padecen. Los pagos dependen en parte, del cumplimiento de ciertos indicadores de desempeño, como por ejemplo, la reducción de muertes maternas. Además, se monitorea la calidad de servicio mediante encuestas de satisfacción de los usuarios.
A dos años de iniciado el programa, ya se han obtenido grandes logros. Se incrementó un 24% la cobertura de servicios en el primer nivel de atención en las comunidades beneficiadas, incluyendo servicios de prevención, vacunación, la promoción de hábitos saludables, la provisión de servicios de parto en clínicas locales, y visitas a domicilio de los promotores de salud. Se han abierto los centros de salud que anteriormente estaban cerrados, y también se ha aumentado la disponibilidad de medicamentos, insumos y recursos humanos de un 62.5% a un 85.7% en el caso de las clínicas materno-infantil y al 100% en l